Involucrando a los Jóvenes en la Misión: El Modelo de Jesús y Sus Discípulos

Involucrando a los Jóvenes en la Misión: El Modelo de Jesús y Sus Discípulos

 

Cuando pensamos en liderar a los jóvenes, muchos creen que se trata de organizar grandes eventos y programas: campamentos, deportes, actividades sociales, competencias bíblicas, excursiones, grupos juveniles, podcasts, campañas, retiros, viajes misioneros, servicios comunitarios, etc., o de darle responsabilidades a los jóvenes en el sonido de la iglesia o de diáconos y diaconisas para entretenerlos y tratar de retenerlos en la iglesia.

Sin embargo, la realidad es que muchos jóvenes saben que muchas iglesias y sus líderes hacen todo esto con la intención de que permanezcan allí. Y, a pesar de todo ese esfuerzo, cuando los líderes juveniles que organizaban esas actividades ya no están, muchos jóvenes también se van.

Pero el ministerio juvenil no se trata de retener a los jóvenes en la iglesia ni de entretenerlos para que tengan algo que hacer. Jesús nos muestra un camino diferente y más profundo: formar discípulos y enviarlos al mundo con un propósito.

La misión de Jesús fue hacer discípulos para expandir su reino a toda nación, y nuestra misión como líderes juveniles debe ser la misma. Jesús eligió discípulos que no eran líderes religiosos reconocidos ni tenían una gran preparación académica. Eran pescadores, cobradores de impuestos, personas comunes… pero con un corazón dispuesto. Jesús los llamó, los formó, los desafió y, finalmente, les entregó la misión más importante de la historia: llevar el evangelio hasta lo último de la tierra.

 

El ejemplo de Jesús para Involucrar a los Jóvenes

1. Les mostró el reino de los cielos
Cada vez que Jesús decía que el reino de los cielos se había acercado, muchos lo confundían con un reino terrenal. Pero el reino de los cielos es la vida de Jesús, su gracia y su misericordia (Mateo 4:17).
Los jóvenes siguen a lideres genuinos con motivos espirituales y fácilmente identifican a lideres con motivos ocultos. El líder juvenil debe entender y vivir en ese reino, experimentar la gracia y la misericordia de Cristo, para poder invitar a los jóvenes a ser parte de él también. 

2. Los llamó personalmente
Jesús no buscó multitudes para formar discípulos. Él miró a cada uno a los ojos y dijo: “Sígueme” (Mateo 4:19).
Más que un llamado general, los jóvenes necesitan escuchar un llamado personal que les haga sentir que Dios cuenta con ellos para algo más grande que su propia vida. 

Jesús dijo “sígueme”, pero nuestro propósito como líderes no es que nos sigan a nosotros, sino que sigan a Jesús. Por eso debemos acercarnos a cada joven según su contexto, escuchar su historia, conocer sus desafíos y sueños, apoyarlos en sus necesidades, y entonces invitarlos a ser discípulos de Cristo. 

3. Les enseñó mientras hacían
Jesús no solo predicaba mientras ellos observaban; los envió a predicar, sanar y servir (Marcos 1:29-31; Mateo 10:7-8).

Los jóvenes aprenden mientras hacen. No basta con enseñarles; debemos darles oportunidades reales de servir y liderar, incluso si cometen errores en el camino.
Los programas y actividades de la iglesia deben ser una plataforma para que ellos mismos expandan el reino de Dios, liderando y organizando con la misión de alcanzar a otros jóvenes para Cristo.

4. Los asesoró
Jesús dedicaba tiempo a explicar sus enseñanzas en privado (Marcos 4:34). Les daba respuestas, escuchaba sus preguntas y los formaba con paciencia.

Los jóvenes necesitan un lugar seguro donde puedan preguntar, dudar y aprender sin miedo a ser juzgados.
El líder juvenil es un asesor, alguien que ayuda a los jóvenes a líder y formar a otros jóvenes para el presente y el futuro, no quien impone sus ideas o controla todo a su manera. Su papel es ayudar a los jóvenes a aprender de sus victorias y fracasos, y mantenerlos enfocados en la misión de hacer a otros jóvenes discípulos del reino de los cielos.

5. Les enseñó a depender del Espíritu Santo
Los discípulos fueron transformados en líderes valientes después de recibir el Espíritu Santo (Hechos 2:1-4).

Involucrar a los jóvenes en la misión no depende de estrategias humanas, sino del poder del Espíritu Santo.
Las actividades y programas no son el fin; son un medio para llevar a los jóvenes a depender de Dios y permitir que Él transforme sus vidas.

El Espíritu Santo es quien comienza y termina la obra en cada corazón. Nosotros, como líderes, somos solo instrumentos que Él usa, no por nuestras capacidades, sino por su gracia.

El modelo de Jesús

Los discípulos de Jesús transformaron el mundo porque alguien les mostró el reino de los cielos, los llamó personalmente, les enseñó mientras hacían, los asesoró y les enseñó a depender del Espíritu Santo.

Hoy la iglesia necesita jóvenes y lideres juveniles con esa misma pasión y entrega. Si seguimos el modelo de Jesús, veremos una generación que no solo asiste a la iglesia o participa en actividades, sino que se convierte en discípulos de Cristo, involucrados en la misión y formando a otros jóvenes para el reino de Dios.

 

Pastor Rammy Robles