Cuando hablamos de misión, muchas veces pensamos en actividades, misioneros a otros países o comunidades, estudios bíblicos, grupos pequeños o eventos. Pero bíblicamente, la verdadera misión es ver vidas transformadas por el poder de Jesús. Desde su llegada al mundo, Jesús vino a transformar: corazones, destinos, familias y comunidades. No vino solo a enseñar, sanar o predicar, sino a cambiar profundamente el ser humano desde adentro hacia afuera. Esta transformación fue, y sigue siendo, la prueba más poderosa de que la misión se está cumpliendo.
La misión de Jesús: transformar vidas
En Lucas 4:18-19, Jesús declara su propósito:
"El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón... a poner en libertad a los oprimidos..."
Su ministerio no se limitó a sanar físicamente o a hablar en parábolas. Jesús se acercó a personas reales con heridas profundas, pecados ocultos y cargas pesadas. Y cada encuentro con Él resultó en un antes y un después.
Ejemplos de transformación
La mujer samaritana pasó de ser una mujer marginada a una evangelista para su comunidad (Juan 4).
Zaqueo, un corrupto recaudador de impuestos, cambió su corazón y su conducta después de un solo encuentro con Jesús (Lucas 19).
María Magdalena, antes atormentada por demonios, llegó a ser una de las más fieles seguidoras de Cristo.
El endemoniado gadareno, temido y rechazado, fue restaurado y enviado como misionero a su región (Marcos 5).
Pedro, impulsivo y temeroso, fue transformado en un líder valiente de la iglesia.
Cada una de estas historias refleja el cumplimiento de la misión: Jesús no vino a mejorar personas, sino a transformarlas completamente.
La misión hoy: presentar a Jesús como el único que transforma
La misión que hoy tenemos como iglesia y como creyentes no es simplemente compartir información sobre Jesús, sino llevar a las personas a un encuentro real con Él, porque solo Jesús puede transformar el corazón humano.
Predicamos, discipulamos, servimos y amamos, no para aumentar el número de miembros de la iglesia, incrementar los donantes o construir edificios más grandes. Lo hacemos para que las vidas sean transformadas.
La evidencia más grande de que estamos cumpliendo la misión no son las estadísticas, sino cuando alguien deja una vida de pecado, perdona a quien lo hirió, reconstruye su hogar o se levanta del dolor por haber encontrado a Jesús.
¿Cómo sabemos que la misión está dando fruto?
La evidencia no está simplemente en la cantidad de personas que se bautizan, que asisten a la iglesia o que apoyan activamente la misión, sino en las vidas transformadas:
Cuando alguien que antes mentía, ahora dice la verdad.
Cuando un joven perdido en la adicción, encuentra libertad en Cristo.
Cuando un matrimonio a punto del divorcio, es restaurado por el amor de Dios.
Cuando un corazón herido es sanado por la gracia.
Tú y yo somos parte de esta misión
Hoy, más que nunca, el mundo necesita ver que Jesús sigue transformando vidas. Y tú y yo somos llamados a presentarlo, con nuestras palabras y con nuestro testimonio. No se trata de mostrar cuán buenos somos, sino cuán poderoso es Él para hacer nuevas todas las cosas (2 Corintios 5:17).
La transformación es la señal visible del cumplimiento de la misión de Jesús. No fuimos llamados solo a hablar de Él, sino a vivir de tal manera que otros lo encuentren. Como Jesús, vayamos a los marginados, los rotos, los confundidos y los cansados. Porque cada vida transformada es un milagro que grita al mundo que la misión continúa… y que Cristo sigue vivo.
Pastor Rammy Robles